jueves, 25 de agosto de 2022

Te quiero

 Cuando le dijo te quiero, a la segunda o la tercera noche, la vergüenza hizo que no se pirara corriendo de aquella habitación del caos.

Esta pava está como una cabra, pensó, mientras contaba las horas que quedaban para irse y no volver allí jamás.
Pero la pava, joder, era muy divertida, le había regalado momentos que habían encendido una hoguera que creyó estaba apagada.
Y cuando amaneció y ella, se levantó a por café, la pregunta "quieres uno?" Tuvo un sí por respuesta.
No sabía ni siquiera por qué decidió quedarse. Si todo apuntaba a que aquello no podía salir bien
Quién dice te quiero a alguien que acaba de conocer?
Y es que el que no la conocía, era él.
Al verla en bragas cantando, como si no tuviera miedo, como si la conexión presente fuera todo lo que tenía que ser, él sintió que en cierta parte, joder, también la estaba queriendo.
Y es que la palabra querer, se usa tan pocas veces, que no estamos acostumbrados a sentirlo y que se caiga de los labios temblorosos de quien piensa que escupir lo que uno siente es signo de debilidad.
Da igual que mañana te vayas, le dijo con la honestidad que pocas veces oyó.
Formas parte de mí historia y gracias por esta experiencia.
Él, calló como fue enseñado, y ella, no sintió rechazo ni abandono, tan solo sentía paz.
La paz de ser una misma y que se la pelara el mundo. La paz de hacer lo que quería cuando le daba la gana sin pánico a que se asustara quien no la aceptara así.
Porque no era para siempre nada de lo que ella hacía.
Todo era para ahora, y se negaba a mancharlo con todos los "por si acaso" que tanto le había costado poder mandar a la mierda.
Sabéis? Él al final se fue.
Y al oír cerrar la puerta, ella puso una canción y cocinó algo rico mientras seguía bailando
Una canción animada, y una lubina en el horno.
Él se acordó de ella 1520 veces.
Y ella no volvió a pensar en él, desde que acabó la lubina y recogió los condones que andaban por ahí tirados.
Y no es mentira que le quisiera, por mucho que cueste entenderlo.
A la 1521, sonó el teléfono.
-Qué haces? Me gustaría verte de nuevo
Ella miró la sartén, y solo había comida para uno.
- lo siento, cariño mío, pero no tengo nada que ofrecerte.
Y hoy me quedo conmigo, y me toca quererme a mí.
Al acabar las fajitas, sonó otra canción animada. Se levantó y la bailó, mirándose en el espejo.
Joder chavalita, qué bien es querer y quererte.
Y qué quieres que te diga... Que te quiten lo bailao.

Paula Marín Psicóloga