martes, 15 de octubre de 2019

Mamá ¿qué es un psicólogo?

Mamá ¿qué es un psicólogo?
Un psicólogo es alguien tan perdido como tú en la vida. Sólo que tiene una linterna y un mapa, además de valentía para acompañarte. Un psicólogo tiene que soportar que la gente hable de Psicología, sin tener la menor idea al respecto. Es de las profesiones más mitificadas del mundo, casi nadie ha leído el “Código de Ética del Psicólogo” pero casi todo el mundo habla de lo que debería ser o no hacer un psicólogo.
Un psicólogo es una persona normal, fuma, bebe, baila, ama, tiene sexo, igual que todos. Como en todas las profesiones, hay apáticos, drogadictos, arrogantes, corruptos, faltos de ética, entre otras actitudes nefastas, pero también hay psicólogos excepcionales, inquietos por naturaleza, con personalidades exquisitas. Tal cual, como ser humano, nada le es ajeno y en lo humano, la perfección no existe.
Sobre el psicólogo pesa el miedo de la sociedad. Todo el mundo sabe que el psicólogo ve lo que nadie ve, eso da temor. Un psicólogo generalmente dice lo que no deseas escuchar. Esa es una labor titánica y siempre mal retribuida emocionalmente. Dentro de esta sociedad el psicólogo es siempre un último recurso, antes se consulta: el chamán, el sacerdote, el médico, el pastor, el brujo… Cuando en realidad debería ser el primero. Un psicólogo no sabe la verdad de la vida, no tiene fórmulas exactas no es químico, tampoco es adivino, menos telépata. El psicólogo es científico. Aunque no siempre tiene razón, pero siempre busca la verdad y la razón. Es un explorador, un investigador por convicción.
La diferencia entre una persona que estudia Psicología y la que no, radica en su relación con su sombra, un psicólogo juega con su sombra. Un psicólogo es su propio instrumento de trabajo. Un psicólogo nunca lo sabrá todo, pero puedes jurar que nunca dejara de buscar saberlo todo.
Compartido por Miguel Rizaldos (Psicólogo)

viernes, 4 de octubre de 2019

Las relaciones tóxicas.

Las relaciones tóxicas pueden ser adictivas (además de peligrosas).
Una de las causas de tal adicción (además de factores de personalidad como el estilo de apego, otros rasgos de carácter y factores psicodinámicos como los mecanismos de defensa que cada persona emplea, etc.) es el refuerzo intermitente.
En una relación tóxica no todo es malo, como hay buenos momentos la persona se engancha a esto, del mismo modo que otras se enganchan al bingo o las tragaperras (se gastan dinero sí pero a veces toca premio). Este refuerzo positivo intermitente (de vez en cuando pasan cosas buenas) es muy adictivo, neurobiológicamente activa la vía de la dopamina y el circuito de recompensa, además, crea en la persona la ilusión de que la relación cambiará, del mismo modo que el ludópata cree que terminará ganando.
El refuerzo intermitente no actúa aislado, actúa en sinergia con factores de personalidad y psicodinámicos, dando en muchos casos como resultado que la persona tropieza siempre con la misma piedra.

(Psicólogo Fran Moreno).