miércoles, 4 de marzo de 2015

Antoine de Saint-Exupéry, El principito.

-¿Por qué bebes? -preguntóle el principito.
-Para olvidar -respondió el bebedor.
-¿Para olvidar qué? -inquirió el principito, que ya le compadecía.
-Para olvidar que tengo vergüenza -confesó el bebedor bajando la cabeza.
-¿Vergüenza de qué? -indagó el principito que deseaba socorrerle.
-¡Vergüenza de beber! -terminó el bebedor, que se encerró definitivamente en el silencio.
Y el principito se alejó, perplejo.
Las personas grandes son decididamente muy, pero muy extrañas, se decía a sí mismo durante el viaje.




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